Estas prácticas culturales mediáticas parecen ser inovadoras, por el hecho de las tecnologias con las que se concretan. Pero poseen una dualidad muy "picaresca"; son mundos virtuales que no pueden ser justificados sin la presencia de un usuario humano. Esto no quita la importancia, o lo ventajoso, que es vivir en esta postmodernidad, donde lo nuevo, lo cambiante a ese mundo moderno, nos ayuda a producir, relacionar (objeto/humano, humano/humano), comunicar, a conservar. Hablamos de guardar en la memoria datos digitales, y no de imprenta, que son fácilmente deteriorables con el correr del tiempo.

“Si tú tienes una manzana y yo tengo una manzana, e intercambiamos manzanas, entonces tanto tú como yo seguimos teniendo una manzana. Pero si tú tienes una idea y yo tengo una idea, e intercambiamos ideas, entonces ambos tenemos dos ideas.” (G. B. Shaw, citado en Cortell-Albert, 2002: 2)

Existe un nuevo modelo de socialización, donde creamos una nueva identidad, una serie de identidades a partir de donde mostramos a los demás, a travez de los medios digitales, partes de nuestra identidad. Alli nos comunicamos de forma participativa con uno, o más miembros del planeta, agrupación, organización, sitio.